Mi línea de trabajo sigue el paradigma cognitivo-conductual, pero tengo
una orientación ecléctica que me hace apreciar cualquier buena
aportación de otros paradigmas. Este es el caso de la obra de Susan C.
Vaughan, una psiquiatra psicoanalista que escribió en el año 2000 un
libro muy interesante y de fácil lectura. Se titula “La psicología del
optimismo” y estudia el optimismo desde la perspectiva del
Psicoanálisis.
Destaco su afirmación de que convertirse en optimista es un proceso activo; el optimista no nace, sino que se hace.
Dice esta autora: “La más sobresaliente entre las ventajas del optimismo es que los optimistas perseveran, con una continua e incluso más decidida actividad para enfrentarse a las adversidades, en lugar de dejarse llevar por la inercia”.
En este blog ya he destacado anteriormente la importancia de la acción. Para ser feliz y buscar el bienestar hay que ser activo y evitar la pasividad resignada. En mayo escribí sobre el valor terapéutico de la creatividad. Hoy quiero enfatizar el valor terapéutico de otra de las virtudes positivas del ser humano: el optimismo.
Referencia bibliográfica:
Vaughan, S.C. (2004): La psicología del optimismo. Barcelona, Paidós
Destaco su afirmación de que convertirse en optimista es un proceso activo; el optimista no nace, sino que se hace.
Dice esta autora: “La más sobresaliente entre las ventajas del optimismo es que los optimistas perseveran, con una continua e incluso más decidida actividad para enfrentarse a las adversidades, en lugar de dejarse llevar por la inercia”.
En este blog ya he destacado anteriormente la importancia de la acción. Para ser feliz y buscar el bienestar hay que ser activo y evitar la pasividad resignada. En mayo escribí sobre el valor terapéutico de la creatividad. Hoy quiero enfatizar el valor terapéutico de otra de las virtudes positivas del ser humano: el optimismo.
Referencia bibliográfica:
Vaughan, S.C. (2004): La psicología del optimismo. Barcelona, Paidós
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